jueves, 3 de abril de 2014

Erase una vez un mago que se convirtió en Alcalde

Formado por su padre desde pequeño en el arte de la magia, aprendió con sorprendente rapidez este milenario oficio, que algunos lo han querido ubicar en el selecto grupo de las artes, pero que visto de una manera más humilde y descompilada, no es más que la habilidad para hacer creer lo que no es y desaparecer lo que en la realidad ya existe. Fue en la tierra de los magos más reconocidos del el país, donde su padre, no solo se hizo como mago, sino que gozó de gran fama por la facilidad con que hacia desaparecer las cosas: escrituras, tierras y hasta personas, que en algunas ocasiones reencarnaban con otros nombres. Un verdadero maestro y gurú de la magia en el occidente de Antioquia y de otras regiones del departamento.

Su hijo, Aníbal Gaviria, aprendió rápidamente desde pequeño todas estas artimañas, trucos e ilusiones. Esta última cualidad no es propia de los aprendices, ni de los ayudantes entendidos en la magia, sino de  los magos más experimentados y marrulleros como lo fue su padre y algunos de este selecto séquito de tramposos. Aunque fue un alumno aventajado con respecto al resto de sus hermanos, primos y demás familiares que quisieron heredar esa virtud del linaje Gaviria, no quiso profundizar en este oficio como era el deseo de su padre, quien lo azuzaba permanentemente para que no olvidara sus orígenes y sabiduría ancestral. Atormentado por esta situación, y como una forma de reivindicarse con su padre y con su familia, decidió que iba a tomar  la mejor carrera de su vida, la que mejor se complementa con la mafia, perdón, con la magia moderna.


Fue así que aprovecho una reunión familiar para dar la gran noticia. Señores y señoras, niños y niñas, adultos y adúlteras, perro y gatos, pongan mucha atención: He tomado la decisión de mi vida. Quiero ser politiquero. ¡Y por qué no  político! , Preguntó uno de los invitados. “Es que ese asunto es más complicado”, Contestó el ya autoproclamado doctor Aníbal Gaviria.  Y con la bendición de su padre y la de su familia- porque los que hacen magia también cree en Dios- , empezó su carrera y escalonó rápidamente hasta llegar a la Alcaldía de Medellín.

 Pero no fue fácil para el señor alcalde gobernar una ciudad con preocupantes índices de pobreza  y lidiar con un cogobierno que ordena violentamente la ciudad, que decide quien se muere, cuando y a que horas; que sube y baja las cifras de muerte cuando se trata de negociar favores; que regula el espacio público, que  tiene la variedad más grande de vacunas para todos los públicos, llámese venteros ambulantes, vendedores de minutos, músicos de la calle, habitantes en situación de calle, pequeños tenderos, grandes comerciantes y el mismo metro de la ciudad. Es decir, todos estamos vacunados, porque en la ciudad de los magos neoliberales las vacunas alcanzan para todos. A esto se le llama técnicamente inclusión al sistema de salud, porque todos y todas estamos vacunados.

Preocupado por esta situación el señor alcalde pensó en soluciones efectivas para literalmente conjurar la crisis. Se le ocurrió una magnifica idea: Hablar con el consejo de magos, algunos de éstos son amigos de su padre, quienes tienen especialidades en asuntos políticos y urbanísticos. El cónclave duró más de una semana, hasta que por fin salió humo blanco del despacho del señor alcalde. No fue revelada la noticia al resto del gabinete municipal. Solo rumores se escuchaban en los pasillos de la alcaldía por la costosísima asesoría de esos expertos magiosos tanto de la ciudad como del extranjero, pagada con el bolsillo de los ciudadanos. La conclusión del cónclave de magos al señor alcalde fue muy simple: Con vos de ultratumba todos dijeron al unísono: Deeebes vooolver a tus oriiigenes. Agua, agua, agua, rápido. Se desmayó el señor alcalde. No es nada señores –comentó uno delo magos mayores- un pequeño mareo que ya se le pasará. Cuando el alcalde despertó un poco sorprendido por lo ocurrido, los magos u asesores externos le dijeron: Ya sabéis lo que debes de hacer. Todo en la magia es irreal, vuelve a ser el mago que fuiste en tu infancia y olvida la política, que ese asunto te puede complicar la vida. Sabias palabras que dieron un giro total en la administración del doctor Aníbal Gaviria que se estrenaba ahora como uno delos mejores magos del país.

Lo que siguió de aquí en adelante fue un irrealismo mágico que se fue extendiendo por toda la ciudad. Los indicadores de violencia empezaron a bajar como arte de magia. Y situaciones reales como la pobreza, el hambre, el desempleo, el desplazamiento intraurbano y los desalojos en las laderas de Medellín fueron reemplazado por grandes campañas mediáticas que ante la mirada de los extranjeros, no pasó de ser mas que una simple sensación en el imaginario colectivo que no guarda ningún tipo de relación con la realidad. Este fue el primer triunfo del señor alcalde que sacó sus dotes de ilusionista. Pero no conforme con lo anterior, se dedicó a cocinar uno de los trucos más complejos de su carrera como mago experimentado. Se dedicó hacer lobby en el extranjero para vender una imagen distorsionada de la ciudad. Se rodeo de los mejores culebreros para encantar a las organizaciones extranjeras, que no escatiman en adulaciones para sacar la mejor tajada en las jugosas inversiones que les ofrecerá la ciudad de los sueños y las oportunidades. Fue así como logró su cometido y se trajo el trofeo de la ciudad más innovadora del mundo para enaltecer aún más el orgullo paisa. ¿La clave? Vender una ciudad irreal. La ciudad de las vallas publicitarias, de las campañas publicitarias, de las grandes obras de infraestructura para eventos internacionales. El mago exorcizó al jurado y les hizo creer que en la ciudad de Medellín las zonas marginadas tienen grandes desarrollos sociales, que la criminalidad en Medellín es historia patria y que la tecnología ha posibilitado la solución a grandes problemas.

Pero es increíble la cantidad de trofeos que este mago ha conseguido para la ciudad. En estos momentos se celebra en Medellín el Foro Mundial Urbano, que reúne a expertos de todo el planeta sobre urbanismo, y vienen a Medellín a constatar las maravillas de la ciudad en materia urbanística. Muy seguramente el mago mayor y sus áulicos le mostraran los centros de convenciones, el sistema integrado de transporte, algunas bibliotecas y las maquetas de los grandes proyectos que consolidarán a Medellín como una ciudad turística y de servicios para el mundo. No faltará de pronto dentro del programa alterno una que otra salida por la Medellín nocturna para gozar de otras de los servicios turísticos de moda, como los servicios sexuales de las niñas y niños de las comunas populares, y narcóticos de todas las marcas a un buen precio que satisface el delicado tabique de los extranjeros.

Olvidaba mencionar que en la ciudad irreal, es prohibido mostrar la pobreza. Ojalá los pobres no se asomen donde van a llegar los ponentes extranjeros. Y si lo hacen, por favor bien vestidos y con buenos modales, se prohíbe cualquier tipo de manifestación o propaganda subversiva que hable de la ciudad real – Manda a decir el mago- Por eso el mago mandó a recoger a todos los habitantes de la calle para que no le hicieran pasar vergüenza, y por arte de magia desapareció a siete de estas personas en menos de una semana, para que nadie dudase de sus cualidades de ilusionista. Es posible que cuando culmine este congreso de magos aparezcan de nuevo algunos habitantes de la calle y otros definitivamente queden desaparecidos, porque la magia también falla en algunas ocasiones.

CAMILO DALTÓN

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